Querer quererse

 Categoría:  Reflexiones

A mis amigos y amigas casados, descasados, divorciados vueltos a casar, en unión libre y otras formas de unión entre dos:

El pasado miércoles 30 de septiembre comencé un diplomado en “Matrimonio y Familia” en la Universidad Panamericana, campus de Guadalajara. Les confieso que iba con algo de escepticismo: “después de tantos años ayudando a matrimonios y escuchando sus problemas, ¿qué cosa novedosa iba a aprender?”. De todos modos siempre me serviría para refrescar la mente de cosas ya sabidas.

Sin embargo, hubo una frase que como dicen en México, “me hizo ruido”. En un material escrito que nos ofrecieron estaba una frase que más o menos decía que un matrimonio debe optar por “querer quererse”. Yo casi siempre en mis bodas les he dicho a los que al optar por una persona con la que se casan han dejado las otras miles de oportunidades que habrían tenido, que el matrimonio es bonito pero también tiene su carga de sacrificio y lágrimas, que es una historia que comienzan a escribir juntos, que es como la bodas de Caná donde deben cuidar su amor para que como el buen vino vaya añejándose y poniéndose más sabroso, y tantas otras recomendaciones…Pero la frase “querer quererse” fue la iluminación.

Querer quererse es una opción del cada día en el matrimonio. Es cierto, la gente se casa porque se quiere, porque se ama (digo, eso es lo que se supone), pero el quererse no es lo único que hace que el vínculo siga existiendo y se siga perseverando. Hay que optar, hacer compromiso, por “querer quererse”, por levantarse cada día con el firme deseo de que voy a querer a esa persona que ha amanecido a mi lado. A ella hoy tengo que quererla y hacerle sentir que la quiero. Y querer a esa persona significará quererla con sus virtudes y defectos, con sus costumbres y sus mañas. La querré aunque durante el día tengamos problemas o disgustos, diferencias de criterios e ideas.

Me he encontrado varias parejas que me han dicho que dejaron de quererse, pero no sería que ¿dejaron de “querer quererse”? Querer es un sentimiento, “querer quererse” es una opción, es una decisión. Se puede tener un noviazgo bonito y una boda bien preparada, con una iglesia llena de flores, una buena homilía, una fiesta por todo lo alto o sencilla pero no es suficiente tampoco. Se puede preparar con esmero una ordenación y la primera misa pero tampoco es suficiente. Yo he presidido bodas hermosas, he asistido a ordenaciones memorables, pero he visto a esos mismos esposos que casé separarse o a mis compañeros sacerdotes abandonar el sacerdocio.

El matrimonio, como el sacerdocio requieren una decisión diaria, optar diariamente por el estado de vida que se ha escogido. Tú debes de querer querer a tu esposo o esposa, como yo debo querer querer a mi Iglesia día con día. Tu esposa o esposo no son perfectos como tampoco lo es mi Iglesia. Les encontramos cosas buenas pero también defectos. Yo sé que las comparaciones no colman todas las situaciones pero ayudan. Claro, yo no duermo con mi Iglesia, ni peleo con ella, pero hay cosas entre nuestros estilos de vida que nos hacen tener muchas cosas en común.

Yo he perseverado 21 años en mi sacerdocio. Con momentos muy bellos pero con otros dolorosos. Tengo días muy buenos y otros desastrosos. A veces la cruz se me hace muy pesada, paso por Viernes Santos o Domingos de Pascua. Hay veces que me siento contento con mi Iglesia y con mi Congregación y otros con coraje. Sin embargo, hay una fuerza que me atrae a seguir aquí, hay un amor que me sigue sosteniendo, hay algo, un “no sé qué”, que me hace levantarme con entusiasmo a continuar con mi sacerdocio, a soñar cómo hacerle a la gente que me encuentro a diario un poquito la vida mejor. Yo sigo queriendo querer a mi Iglesia y a mi sacerdocio. Tengo que hacerlo día con día. No sé qué me pasará mañana pero hoy es así.

Por eso te invito a que le declares a tu pareja (hoy está de moda eso de “declarar”):“hoy decido querer quererte”. No sé qué pasará mañana, pero hoy quiero seguir queriendo quererte. Seguro que mañana, seguirás queriendo quererla o quererlo, pero como dicen en AA “solo por hoy “, “un día a la vez”. La perseverancia, aunque es un proceso a largo plazo, se decide en el día a día.

Esto nos puede servir de consejo. No lo explica todo, las relaciones humanas son muy complejas. Cada quien tiene una historia distinta que contar.

¡Que tengan un feliz día!


Autor:  P. Jorge Santiago cartagena, SDB

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